Y tus ojos que no huyen de mis ojos que te miran,
espejos que transforman sentimientos
que revelan el diamante de tu esencia,
en silencio me murmuran dos palabras
Y tu boca preceptora de mi boca
poseedora de unos labios que presagian lo esperado
que benévolos entregan su almíbar
a mí sedienta boca.
Y tus dedos complacientes recorren mi geografía,
marcada por el paso de la vida
renovando mi piel en el apacible deleite
de mareas ostentosas de placer
Y tus oídos atienden sonidos combinados
cuando en mi arribas yerto y balsámico
al encuentro de mi centro íntimo
hasta hallarnos tan cerca como uno solo
Y en la cadencia de movimientos
somos alegoría de danzas ancestrales
cuerpos santos libres de culpa por amor
en espacios de energía sin tiempo
Y al cierre, todo se concentra y libera mutuamente
dulce y apacible me invade el reposo
cuando en tus avisados sentidos
mi ser y mi cuerpo se consumen
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